Autolesiones entre adolescentes. ¿Cómo ayudar desde el entorno familiar?
Hoy, día 1 de marzo, es el “Día Mundial de la Concienciación sobre las Autolesiones”. Por este motivo, dedicamos esta entrada para tratar de concienciar y ayudar a las personas que lo sufren y a sus familias.
Estudios publicados en los últimos diez años centrados en Cataluña indican que un 11,4% de los jóvenes se ha autolesionado al menos una vez en su vida, y a Europa se habla de una prevalencia del 27,6%. Después de la pandemia, según los datos recogidos por la Asociación Española de Pediatría (AEP), las autolesiones de menores han incrementado un 180% en dos años.
Pero, ¿por qué han aumentado de forma tan exponencial? ¿De que se trata? ¿Qué hay detrás de esta conducta? ¿Qué puede hacer la familia?
Seguidamente, intentaremos resolver todas estas dudas.
¿Qué son las autolesiones?
Son conductas intencionales que pretenden tener un impacto inmediato sobre el propio cuerpo, a menudo con el objetivo de reducir un sentimiento de angustia y/o malestar.El tipo más frecuentes son hacerse pequeños cortes, rozaduras, perforaciones con objetos afilados, quemaduras, veces, etc.
Cuando una persona se autolesiona está lidiando con muchos pensamientos y sentimientos intensos, y hacerse daño a sí mismo puede parecerle la única manera de hacer frente. La autolesión pone fin a una tormenta interna, la cual ayuda a enfocar el dolor en un hecho que se puede describir y justificar.
En los casos de los jóvenes, las autolesiones a menudo también se asocian con el desarrollo de la identidad y la adaptación a las normas sociales, el cual durante la adolescencia suele ser un motivo de malestar bastante común.
NO hablamos de autolesión cuando el propósito es: placer sexual, decorar la piel, rituales espirituales, ser parte de un grupo, entre otros.
¿Por qué motivo las autolesiones han aumentado entre los jóvenes?
Cuando una persona se autolesiona siente que no tiene alternativa, puesto que si no lleva a cabo la acción puede perder el control de la situación. Así pues, la autolesión se convierte en una elección forzada para hacer frente a sus angustias, tristezas, miedos, ira, etc. Conocer los motivos que hay detrás de esta conducta nos ayudará a comprender las habilidades que le están haciendo falta al adolescente para gestionar situaciones angustiosas.
Un gran número de estudios proponen múltiples motivaciones que lleven a la conducta de autolesión. Pero, a grandes rasgos, lo podemos organizar con tres categorías:
- Regulación emocional: Ante un episodio de emociones fuertes y sentimientos distorsionados, la autolesión se considera la única vía para reducir la angustia. Se valida el sufrimiento interno expresándolo de manera externa, puesto que puede resultar más tolerable el dolor físico que el emocional.
- Invalidación: Cuando la persona se encuentra en un ambiente que propicia la invalidación de sentimientos y emociones, la autolesión lo utiliza como un vehículo para expresar cosas de las cuales no puede hablar.
- Autocontrol y/o castigo: Las autolesiones pueden actuar como un elemento para influir sobre el control de un mismo, o bien, para autocastigarse ante un acto donde la persona considera que está siendo mala. Los jóvenes son mucho más vulnerables ante las experiencias sociales negativas, como por ejemplo la exclusión social, no llegar a las expectativas del grupo de iguales… Las autolesiones pueden acontecer una forma de castigarse por no encajar en el grupo, sentirse socialmente rechazado, etc.
Vemos así que detrás las autolesiones hay una carencia de recursos personales. Si una persona aprende que un método directo de pedir/expresar algo puede ser escuchada y atendida, entonces la necesidad de utilizar métodos indirectos (autolesión) decrece. Por lo tanto, entender que un acto de autolesión tiene la función de tratar de comunicar puede ser crucial para gestionarlo de manera efectiva y constructiva.
¿Cómo influencia a la familia? ¿Cómo lo pueden detectar los padres y madres?
A menudo, a casa, la autolesión monopoliza todos los temas y se convierte en el centro de la vida familiar. Esto puede provocar una disminución de las actividades en familia, de ocio, tiempo libre, disminuir las relaciones sociales, etc.
En ocasiones, pueden surgir conflictos entre los padres y madres sobre como actuar ante la situación, el cual puede ocasionar problemas de pareja, sobrecarga en la hora de tomar decisiones, adoptar exclusivamente el rol de cuidador y que todo gire entorno la obsesión para controlar los riesgos de las autolesiones (escondiendo objetos que puedan utilizar, control de todas las situaciones…). Esta situación tiene un efecto de agotamiento que puede desembocar en miedo, ansiedad, culpa…
A continuación se enumeran una serie de signos que podemos tener en cuenta si sospechamos que nuestros hijos/se, o alguien próximo, pueden estar autolesionándose:
-Cortes inexplicables, quemaduras, marcas de mordisco, hematomas, etc.
-El/la joven siempre se mantiene cubierto, por ejemplo, llevando mangas largas o pantalones largos incluso durante una época calurosa.
-No se quiere cambiar de ropa alrededor de otras o evita actividades, como por ejemplo la natación.
-Ropa o pañuelos con sangre a las papeleras de casa.
-El/la adolescente presenta un estado de ánimo bajo, deprimido, se aísla de los amigos y de los familiares.
-Se culpa a sí mism@ de los problemas, expresa sentimientos de fracaso, de inutilidad o de desesperanza.
-Estallidos de ira.
¿La autolesión es la única forma de reducir el dolor? ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo/a?
No. Existen otras muchas alternativas que funcionan para tratar con las emociones y el sufrimiento que nos pueden generar.
Cuando el deseo de autolesionarse es inmediato, tener una lista de cosas a hacer puede ayudar a cabalgar la oleada de los sentimientos intensos de hacerse daño. Cada joven es diferente y, por lo tanto, aquello que lo ayudará dependerá de los sentimientos que nuestro hijo/a intente gestionar. Se recomendable hablar con él/a sobre las diferentes herramientas que podrían probar en la hora de afrontar el malestar y evitar la autolesión. Algunas estrategias que pueden funcionar en el momento inmediato son:
Escribir como se sienten en un diario.
Escribir los sentimientos difíciles en trozos de papeles y después romperlos.
Golpear una almohada suave.
Escuchar música.
Hacer ejercicio, salir a pasear…
Centrarse en su respiración.
Hablar con alguien: un amigo, un familiar o trucando a una línea de ayuda.
Realizar una afición que le guste y lo ayude a sentirse tranquilo, como por ejemplo pintar, dibujar, ver una serie, jugar a videojuegos, cocinar, etc.
Aun así, hay que continuar trabajando y añadiendo a la vida familiar nuevas dinámicas porque los resultados sean duraderos a largo plazo.
En primer lugar, es importante no retroalimentar el círculo de culpa que existe habitualmente entre los miembros de la familia. Por lo tanto, desde el inicio hay que verbalizar con palabras a los hijos/se que nadie tiene la culpa del que está pasando. No se trata de buscar culpables, sino de pensar en que se puede hacer a partir de ahora para ayudarlo/a y para mejorar la situación.
En segundo lugar, hay que ser conscientes que el objetivo no es que el joven deje de autolesionarse, sino que deje de necesitarlo.En este sentido, hay que ayudarlos a encontrar recursos que los puedan ayudar en la hora de afrontar el malestar.
Cómo hemos visto, la comunicación juega un papel clave. En casa, podemos fomentar la comunicación hablando de las emociones de la frustración, la tristeza, el dolor, los problemas, como parte de la vida y de la necesidad de aceptarlas. La autolesión no tiene que ser un tema tabú, puesto que cuanto más consciente sea el joven sobro que siente cuando se autolesiona, más fácil será controlar esta conducta.
A modo de resumen, algunas estrategias para ayudar a nuestros hijos e hijas a largo plazo son:
- Fomentar la comunicación en casa. Averiguar que siente, sin bombardearlos a preguntas. Conversar de estos temas en un espacio neutro (fuera de su habitación, paseando, etc) puede ayudar a que el adolescente se sienta más relajado.
- Mantener la calma y evitar el juicios. No hay que dedicar todos los esfuerzos al intentar solucionar las cosas inmediatamente. A veces, merece la pena centrarnos en escuchar, tener curiosidad y mostrar empatía.
- Pensar juntos sobre que los hace autolesionarse y las señales de alerta previas a la conducta.
Pasar tiempo de calidad juntos, realizando actividades que le gusten. - Fomentar una rutina diaria de actividades que favorecen el bienestar (dormir y comer de forma regular, hacer ejercicio, hábitos de estudio, cuidar las relaciones sociales, etc).
- Supervisar a nuestro hijo/a sin que se sienta vigilado/da, puesto que si se siente observado/da pueden aumentar sus sentimientos de ansiedad y culpa.
A pesar de que hay muchas cosas que puedes hacer para ayudar a tu hijo o hija, algunos jóvenes en esta situación necesitarán ayuda profssional para cambiar y sentirse mejor. Si este es el caso, recuerda que puedes pedirnos asesoramiento y apoyo psicológico especialitzado para acompañaros en este proceso.
Sílvia Sisó Gòdia
Psicóloga Sanitaria nº24793