CÓMO AUMENTAR LA AUTONOMÍA DE NUESTROS PEQUEÑ@S Y JÓVENES DURANTE LAS VACACIONES DE VERANO

Si cada año cuando llegan las vacaciones de verano sientes inquietud cuando te imaginas a tus hijos/as en casa tres meses mientras tú todavía tienes jornada laboral, o bien te preocupan todas aquellas semanas sin una rutina clara, ha llegado el momento de darle la vuelta a la tortilla. Hagamos algo diferente para obtener resultados diferentes: ¿y si pudiéramos sacar el máximo partido del verano para aumentar la autonomía de nuestros hijos e hijas?

No solo la escuela debe marcar la rutina de los más jóvenes. Es lógico que en verano tengamos más flexibilidad horaria, alarguemos sobremesas o vayamos a dormir más tarde, pero quedan muchas horas al día que aprovechar, y las vacaciones son, en realidad, una muy buena ocasión para probar sistemas nuevos y propios de cada hogar.

Cada vez más se cuestiona la autonomía de los jóvenes: ¿tienen pocas responsabilidades? ¿Les estamos sobreprotegiendo? ¿Podemos delegar en ellos/as determinadas tareas? A menudo presenciamos este debate y recibimos opiniones de todo tipo, pero no debemos generalizar: cada niño/a tiene una situación, condiciones y contexto distinto. Hay adolescentes que nunca han necesitado salir a hacer solos/as la compra, y otros, en cambio, que se encargan de sus hermanos/as pequeños/as. Por tanto, aunque es frecuente (y fácil) culparles de no tener que preocuparse de nada, observemos primero si les hemos dado responsabilidades que les ayuden a madurar, atendiendo siempre a su edad.

A veces, con toda la buena intención de favorecerlos y protegerlos, les seguimos realizando algunas tareas que ya tienen edad de hacer por sí mismos. Cuando esto ocurre, se pueden acomodar en el “no hace falta que lo haga yo, aunque me regañen, porque me lo acaban haciendo”, pero lo que realmente debe preocuparnos es que detrás de esta sobreprotección estamos enviando un mensaje confuso (“tú no eres capaz de hacerlo, por eso debo hacerlo yo”). Si queremos que aprendan a ser responsables, es necesario que les vayamos dando tareas que puedan asumir, y es necesario también que estas responsabilidades vayan creciendo a medida que crecen ellos/as. Llegados a una determinada edad, nuestros hijos e hijas ya pueden sostener ciertas rutinas de forma independiente y autónoma. Si queremos empoderarlos y hacerles sentir capaces, empecemos por adjudicar tareas que recaigan en ellos, teniendo en cuenta edad y posibilidades, para que desarrollen compromiso y sentido del deber.

¿Cómo aplicar esta iniciativa en verano? Durante las vacaciones, puede ser necesario en casa, si los padres deben seguir trabajando en los meses veraniegos, que los hijos mayores se encarguen de despertar a los pequeños, o de preparar el desayuno, por ejemplo. Si hablamos de adolescentes con hermanos más jóvenes, podemos asignar ciertos horarios para que los cumplan, velando siempre por su bienestar, pero también por su capacidad de resolver cuestiones prácticas en casa: acompañar a los pequeños al casal o ayudarles con los deberes de verano, recoger ropa tendida, poner o quitar el lavavajillas, poner la mesa, ir a hacer los encargos, y un largo etcétera de opciones que pueden ser una manera de empezar. Siempre es mejor haber empezado desde pequeños a pedir colaboración y haberlos acostumbrado a hacer equipo en casa, pero nunca es tarde para empezar a crear un buen hábito. Si no existía colaboración previa, puede parecer más difícil instaurar esta costumbre, pero dialogando y motivándoles se puede conseguir. Repercute muy positivamente en los hijos/as que sus adultos de referencia les muestren confianza, les verbalicen concretamente lo que esperan que hagan, den indicaciones claras y sean comprensivos con los primeros errores. La satisfacción que se genera en ellos/as cuando comprenden que la parte de responsabilidad que aportan suma mucho al núcleo familiar, les hace sentir capaces y mejoran incluso su autoestima. Fomentemos que compartan tareas con los adultos, que asuman ciertas obligaciones y faciliten el funcionamiento interno y el engranaje del hogar, ya que esto significa para ellos/as un paso adelante en su proceso madurativo.

En caso de que los padres y madres también disfruten de vacaciones de verano, se puede aprovechar para hacer juntos aquellos meses veraniegos todo lo que durante el curso no se podía compartir: crear espacios para leer en familia, ir de excursión un día a la semana, generar nuevos horarios por cumplir, y sobre todo, no dejarlo todo a la improvisación: planificar es clave cuando tenemos niños y jóvenes en casa. Si ellos/as saben que, a pesar de estar en período de vacaciones, es necesario comer a una hora determinada, no levantarse más tarde de la hora pactada, que los miércoles vienen los abuelos a merendar, los lunes se baja a la piscina, o bien el viernes es día de jornada libre, todos estará mejor en casa: es muy recomendable tener rutinas veraniegas que den una cierta estabilidad a los más pequeños de casa.

La sensación de continuidad de un cierto orden de horarios (aunque no sea tan estricto como durante el curso), de ciertas costumbres y hábitos que todos respetamos en casa, o saber que un día determinado es necesario haber hecho una cosa u otra, les ayuda a sentirse más seguros, tranquilos y con un mejor estado de ánimo que si nos dejamos llevar por el caos y los reproches porque no han hecho lo que nosotros esperamos que hagan sin haberlo concretado.

Para los más jóvenes, conservar una determinada estabilidad horaria y saber que existen tareas y rutinas planificadas a pesar de ser período no escolar, les proporciona la paz y el equilibrio que en cambio les robaría la improvisación diaria. Cuando no planificamos los días ni los horarios, es fácil caer en dinámicas que generan discusiones familiares, dado que la carencia de organización puede producir malestar. Por tanto, ¡disfrutemos de las vacaciones y aprovechemos la ocasión para integrar ciertos hábitos que nos ayuden a pasarlo aún mejor y puedan favorecer una feliz vuelta!

Raquel Pérez Chaparro. Experta en coaching educativo y orientación del equipo de Centre Psico Lleida.

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